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Transcurría el año 1983 cuando el profesor Lázaro Vilanova, de la ciudad avileña de Morón, fue convocado por el Ministerio de Educación a cumplir una misión internacionalista, consistente en impartir docencia en la República Popular de Angola.

 

Como integrante de un numeroso grupo de educadores arribó a Luanda, donde fue ubicado en la Universidad de Lubango, al Sur de ese país africano. Poco tiempo había transcurrido cuando, por orientaciones del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, se decide su incorporación a la colaboración militar, ante los pretensiones de la UNITA de practicar un ataque a Cangamba.

 

La respuesta de Vilanova no se hizo esperar, por lo que asumió la misión de custodiar puentes en la zona de Lucala 1, instalaciones agredidas para impedir el paso de las tropas cubanas.

 

"Allí permanecí por un término de nueve meses, nada fácil, pues las circunstancias eran muy adversas, ya que prácticamente no podíamos ni cerrar los ojos para descansar", relata Lázaro, quien no se arrepiente de haber respondido con toda energía en esta misión internacionalista.

 

Cuenta que tuvieron jornadas de mucha tensión, enfrentamientos con las fuerzas de la UNITA, y narra con tristeza que en medio de aquella situación de guerra, recibe la inesperada noticia desde la ciudad de Morón del fallecimi

ento de su madre.

 

Aquel grupo de educadores, tras cumplir en Cangamba, fue desmovilizado y muchos regresaron a la patria, pero Lázaro Vilanova decidió permanecer en Angola y cumplir con la misión de impartir docencia en la Universidad.

 

Como testimonio de su activa presencia en la Operación Carlota, al cumplirse en este mes de noviembre el aniversario 46 de aquella gloriosa acción internacionalista, Vilanova exhibe con orgullo varias medallas y condecoraciones, entre las que figuran la de Combatiente Internacionalista y las de 50 y 60 años de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

 

Pero aún permanece como profesor de Matemática en la Secundaria Básica Roberto Rodríguez de esta localidad, porque Lázaro Vilanova Zamora disfruta de una tiza y un borrador con un grupo de estudiantes en un aula.