Norberto Orencio Gutiérrez Pereira, actualmente jubilado del sector de la Educación, fue uno de los tres brigadistas de Morón y dos de La Habana, quienes enseñaron a leer y a escribir a las familias de ese batey.
Con 74 años de edad, Norberto Orencio recuerda que utilizaron el comedor de aquel gigantesco barracón de haitianos para las clases, tarea que aunque tuvo aceptación por la mayoría de las familias, no es menos cierto que para algunos fue un gran desafío que causó timidez, al verse por vez primera ante un educador.
Al término de la campaña de alfabetización los vecinos de Cacahual sintieron el regocijo por lo que significó para ellos dejar atrás el analfabetismo, pues para algunos fue el motivo para encauzar sus vidas en labores más prometedoras.
Para Norberto aquella campaña fue el punto de partida que despertó su vocación hacia la educación, al incorporarse en las escuelas para maestros en Minas de Frío, Topes de Collantes, hasta que en noviembre de 1964 comenzó su vida laboral en una escuelita ubicada en el batey Cayo Confite, en Camalote, Camagüey, hasta su traslado la zona de Morón donde radicaba su familia, no sin antes dar clases en Rinconada, asesor en la zona de Manga Larga, municipio Bolivia, hasta finalmente ocupar responsabilidades en la escuela José de la Luz y Caballero en Morón.
Su trayectoria como educador es muy rica y lamenta, luego de 52 años en este sector, no poder continuar en la enseñanza, que para él implica vida, desarrollo, futuro, país.