A punto de cumplir 83 años de edad, Cándida Elsa Pérez Moreno siente el orgullo de haber dedicado la mayor parte de su actividad laboral al magisterio. Lamenta que su memoria no le permita narrar con todo detalle tantos momentos que considera sobresalientes, a lo largo de varias décadas de entera dedicación a la enseñanza.
Recuerda que estaba en su plena juventud cuando inició como alfabetizadora popular en los campos montañosos del municipio avileño de Florencia. "Han pasado 61 años de aquella victoriosa campaña y quisiera recordar los nombres de mis primeros discípulos, pero mi memoria ya me está fallando", confiesa Cándida Elsa, quien lleva varios años jubilada del sector de la Educación.
Terminada la campaña de alfabetización, su familia se trasladó para Morón, y aquí se presentó con la voluntad de prepararse mediante cursos de superación para impartir clases. Y así fue. Muy pronto optó por un aula y recuerda que las opciones estaban situadas en un pizarrón que decía el nombre de la escuela, el lugar de ubicación e incluso hasta el salario a devengar.
Tras analizar todas las propuestas existentes en ese momento, decidió aceptar una escuelita localizada en La 30 de Manga Larga, perteneciente al antiguo Central Cunagua (hoy Bolivia). El camino estaba en muy malas condiciones, y allí daba clases a los niños por el día y en el horario nocturno a los adultos. Fue una etapa muy difícil en mis años de educadora.
Pero Cándida Elsa posteriormente fue trasladada para la ciudad de Morón, donde impartió clases a niños de segundo grado, luego fue directora por varios años de la Escuela Primaria Cuba Socialista, metodóloga municipal e inspectora.
Así de fructífera fue su vida en el magisterio. Hace un alto para mostrar algunas de sus condecoraciones, distinciones y reconocimientos y manifiesta que aunque su salud no le permite continuar activa, se mantiene actualizada del desarrollo de la educación en el territorio.
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